El año que viene se inaugura el Teatro Municipal de Chacao, en Caracas. Sus promotores están interesados en revivir la producción de mi obra "Variaciones sobre un Concierto Barroco" para la temporada inaugural.
Se trata de una versión libre de la novela de Alejo Carpentier, que escribí y estrené en Londres hace once años y luego produje en Caracas (y de nuevo en Londres y finalmente en Bogotá) con Vicente Albarracín. En el texto mezclo las esencias de la música y la comida para hacer la narración, en clave de fiesta/carnaval/joda latino-caribeña, de un viaje de descubrimiento al revés, de este lado del charco hacia la Europa del barroco, y celebrar las transformaciones personales y culturales que tal encuentro propicia.
Con este texto comencé una indagación sobre narrativas multiculturales en la búsqueda de una forma de teatro musical que se parezca más a nosotros que los musicales de Broadway o del West End. Las llamo Óperas Transatlánticas. Llevo dos: este Concierto Barroco y Rondó Adafina (que se publicó y aún no se ha montado). Han pasado diez años de esa producción caraqueña y todavía la gente se acuerda!
Por lo pronto, el teatro se está construyendo y yo estoy haciendo estos dibujos para convertir un espectáculo que fue creado para un espacio no-convencional (una galería de arte en Londres y el sótano del Teresa Carreño en Caracas) en un espectáculo a la italiana.
El espacio es creado con puertas y paletas de carga (por aquello del viaje y el descubrir), y andamios. Evoca vagamente una diversidad de locaciones: la casa del amo en Veracruz; una taberna en La Habana; un barco; una posada en Madrid; las calles, El Ospedale della Pietá, el Teatro de la Fenice, en Venecia. Incluye una cocina real, en la que una cocinera prepara un plato de Moros y Cristianos para público y elenco.
El uso del rojo, que me suena a barroco, pretende hacer una conexión entre la colorida arquitectura caribeña y el rojo veneciano, origen y destino (o destino y origen) de un viaje circular.