fotografía de David Maris para la revista Marcapasos.
1.
Este fin de semana, 4 y 5 de junio de 2011, tuve la inmensa felicidad de trabajar en el homenaje que el compositor y cantante venezolano Ilan Chester y su esposa, la productora Merci Mayorca, rindieron a una persona que encarna como más nadie una manera dulce, tierna y buena de ser venezolano: Simón Díaz. Nuestro querido Tío Simón.
Las funciones de este fin de semana, en el Teatro Teresa Carreño, fueron la culminación de un proyecto que comenzó en las mentes de Ilan y Merci y que tuvo su primera presentación en un concierto masivo, de entrada libre, el sábado 30 de abril en la Plaza Alfredo Sadel de Caracas.
El concepto del evento es hacer una narración cálida y emotiva de la vida de Simón. Este cuento se apoya en la proyección de fotos y videos familiares, así como en material de archivo, cuidadosamente seleccionado y editado por Merci. No sé de nadie a quien no le guste viajar en el tiempo recorriendo imágenes llenas de nostalgia. Y en el caso de una vida tan rica e inspiradora como la de Simón, más aún. Esta crónica, sabrosa y emotiva, que oímos en la voz de Ilan, le debe mucho al aporte de Indira Páez, creadora del guión original del evento. Ilan nos cuenta, y a medida que lo va haciendo, nos canta. El video de Merci, en ese momento se convierte en un recurso más poético, una aproximación al imaginario del tío Simón. Los arreglos musicales (brillantes!) para el ensemble de siete músicos que acompaña a Ilan son de William Sigismondi.
Se trata, en síntesis, de un espectáculo complejo, delicado, de múltiples capas. Si algo tienen de admirable Ilan y Merci es que no sueñan en pequeño ni hacen concesiones en su trabajo artístico. Algunos en el equipo de producción temieron que en un concierto en una plaza pública se podría perder el esfuerzo, por las naturales distracciones de la locación, el ruido del entorno, el movimiento de vehículos. Que la gente, entrando y saliendo de la plaza, no se engancharía en la narrativa.
Nada más lejos de la realidad! Fue una noche electrizante. Ver a una multitud de esas dimensiones cantar, reírse y llorar como una sola persona fue una experiencia francamente conmovedora. Cuando a Ilan se le quebró la voz en medio de "En mi conuquito", la plaza en pleno se encargó, afinadísima, de completar el tema. Y, de allí en adelante, no pararon nunca de cantar. Total concentración, ni un incidente (en esta ciudad tan acontecida). Puras sonrisas. Esa noche, al llegar a mi casa, escribí en el facebook,: "Se reivindica uno con lo que es bello y tierno de este país. Gracias, tío."
haga click sobre la imagen para verla ampliada.
2.
El lugar perfecto para el cierre del homenaje fue el Teatro Teresa Carreño. El Teresa sigue siendo, con todo y los problemas que ha tenido en años recientes, el primer escenario del país. Aquí el espectáculo se creció en lo escénico y en lo técnico.
Mi propuesta de escenografía se propone transmitir la sencilla armonía de un conuco venezolano en el que “las flores de los campos adornan su belleza y brilla su esplendor”. Los músicos tocan literalmente a la sombra de los árboles. Bastidores de madera hacen referencia a la estructura del bahareque, la forma de construcción tradicional de la casa campesina venezolana. Puertas viejas, esterillas, un chinchorro y un tinajero. Viejas sillas de madera. Y ventanas que se proyectan al cielo, para hacer la conexión entre este patio de casa/conuco y las tres grandes pantallas de video.
El músculo detrás del escenario es el de Profit Producciones. Lisbeth Padrón, su productora, llegó al extremo de bajarse del carro en la mitad de una noche en algún paraje oscuro a robarse unos guacales para el escenario. Geisy Tirone, entre otras cosas, recolectó las plantas y se preocupó tanto por ellas que les hablaba continuamente para que siguieran radiantes. Ese nivel de compromiso y trabajo en equipo es la marca de los verdaderos productores.
Las luces del Pibe Sawaya dan el balance entre los efectos propios del ritmo de un show y la creación de atmósferas más teatrales, todo esto sin perjudicar las proyecciones ni dejarse avasallar por ellas. Nada sencillo.
En el Teresa, obviamente, se aprecian con más detalle los impresionantes matices vocales de Ilan, las sutilezas de los arreglos de Sigismondi. El responsable de esa alta calidad de sonido es el director técnico e ingeniero de sonido Rafael Rondón.
Aquí, nuevamente, el público aplaudió y coreó de principio a fin, feliz. Mi amiga la poetisa Bettsimar Díaz, hija de Simón, dio en el clavo cuando observó en el concierto que todos (menos ella y sus hermanos) somos sobrinos del tío. Eso nos hace primos a todos. El ambiente en el concierto era el de una gran familia. La presencia de Bettsimar, como invitada especial, compartiendo anécdotas inéditas de su papá, terminó de crear ese clima espiritual.
Fueron dos noches luminosas, las del 4 y 5 de mayo de 2011, en el Teatro Teresa Carreño.
Edwin querido, Seguro que estas son las cosas qeu hacen que uno siga con ganas de creer en lo que se puede y se debe hacer. Que envidia me has dado, buena y todo, pero envidia...
ResponderEliminarBesos y abrazos, me ha conmovido mucho tu entrada
Gracias por ese comentario, Juan Carlos, y felicidades por tu blog!!!
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