El Teatro César Rengifo ha sido desde hace años un espacio fundamental de las artes escénicas en Caracas. Festivales nacionales e internacionales de teatro lo usaron como sede, un montón de montajes importantes se dieron allí. También ha sido el escenario de eventos comunitarios trascendentes en la vida de Petare. Se trata, explico para los que leen en otros países, de una de las zonas populares más grandes de América Latina, ubicada al extremo este del Valle de Caracas. Lleva el nombre de un dramaturgo y pintor venezolano muy comprometido con el activismo social del siglo 20. En la onda stalinista pero, en fin, qué se le va a hacer.
Como muchos otros teatros del país, hace rato era víctima de la desidia burocrática y la depresión generalizada del sector teatral. Estaba cerrado y muy deteriorado. Es un milagro de Dionisio que no lo hayan convertido en un templo evangélico. Ahora, por iniciativa de la Alcaldía del Municipio Sucre, y con el apoyo de la Fundación José Ángel Lamas y Producciones Palo de Agua, el teatro está siendo rescatado. Un escenario renovado con un sistema de tramoya e iluminación funcionales, una redistribución más sensata de la platea, acondicionamiento de la áreas públicas, forman parte de la primera etapa del proyecto. Luego vendrá la remodelación de los camerinos y otras áreas internas del teatro.
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En un primer planteamiento se proponen unos elementos de protección solar, celosías de madera enmarcadas en un estructura metálica, que permiten unificar una fachada llena de aperturas grandes y pequeñas. Se pretende darle una presencia más contundente al edificio sin violentar el entorno de casa patrimoniales del siglos 19. De noche, las celosías, iluminadas con LEDs, se convierten en cajas de luz de bajo consumo eléctrico.
En un segundo planteamiento, procurando reducir los costos al mínimo, se propone simplemente intervenir las ventanas y aplicar color y tipografía para articular el plano superior.