JUAN CARLOS GENÉ (1928-2012)
Me hubiera encantado ser alumno de Juan Carlos Gené, o haber trabajado en alguno de sus montajes inolvidables. Tristemente no fue así y ya no podrá serlo. Guardo por él una gran admiración, por su pasión por el oficio y por su rol de maestro, ambos de dimensiones épicas. Mi único contacto personal con Gené, inolvidable, ocurrió con la primera escenografía que diseñé. Era el “Wozzeck” de Buchner, ya no recuerdo en qué año, en el que trabajé con mis amigos de adolescencia de Corso Teatro. Ensayábamos intensamente (como se hacían las cosas en el Corso) en la pequeña sala del CELCIT, en el sótano de Parque Central. Llegado el ensayo general, a Alejandro y a la Vero se les ocurrió invitar a Gené a vernos. Todavía, treinta años después, puedo sentir el terror reverencial que me produjo la presencia patriarcal del maestro barbudo, mirándonos acuciosamente, sólo en la primer fila de aquella sala vacía. No recuerdo qué nos dijo a los que nos sentamos a su alrededor al final del ensayo. Recuerdo que nos habló largo y profundo, que nos puso en aprietos, a reflexionar y revisar con la premura del estreno. Recuerdo su voz y su generosidad.
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